Cuando en 2013 Uber firmó el acuerdo con Google Ventures, la rama de inversiones de riesgo de Google, no se podía imaginar que estaba metiendo al enemigo en casa.
Por 258 millones de dólares, Google se metía de lleno en la empresa que estaba camino de revolucionar el transporte urbano. Google Ventures se hacía con el 7% aproximadamente de las acciones de Uber entonces, y conseguía un puesto en la junta directiva.
El amor duró poco.
Unos meses después Google adquiría por completo Waze, la startup israelí de navegación, por 1.300 millones de dólares. Poco a poco, Google ha ido utilizando tanto Waze como su gigante interno, Google Maps, para ir aprisionando a Uber desde sus plataformas. Tanto ha sido así, que Uber decidió que los ejecutivos de Alphabet/Google no pudieran acudir a las juntas durante un año para evitar que pudieran conocer información sensible sobre las operaciones de la empresa.
En este sentido, el caso recuerda a Eric Schmidt, antiguo CEO de Google, y su paso por la junta de Apple. Steve Jobs siempre alegó que el propio Schmidt filtraba información sobre el iPhone a Google, que en secreto estaba ultimando su nuevo sistema operativo Android allá por 2007 y 2008.
Google y Uber trabajan en sendos proyectos de conducción autónoma independiente, y que competirán en el mercado el uno con el otro. Si bien es cierto que ambos llegan al sector desde vías distintas, el destino es el mismo: poder ofrecer una flota de vehículos que no necesiten conductor en unos años.
Uber está usando su mejor arma: la flota de conductores humanos con miles de millones de kilómetros recorridos, y una contratación muy agresiva en varios sectores de la inteligencia artificial. Por su parte, Google quiere conseguir ser la puerta entre los usuarios y los coches.
Google está atacando a Uber desde muchos frentes, que no puede ser considerado otra cosa que no sea una guerra total. La startup y el gigante de Mountain View compiten en apps, gestión de pasajeros, tecnología automovilística e inteligente artificial.
Empezó añadiendo la posibilidad de contratar servicios de transporte privado desde Google Maps, dando a los usuarios la posibilidad de tener que instalar la app de Uber. Desde Mountain View quieren repetir la jugada de su motor de búsqueda original, pero con el transporte: hacerseindispensables y luego decidir las reglas del juego.
El movimiento, que puede parecer netamente valioso para Uber en un primer momento, puede ser un regalo envenenado. Con un simple cambio de algoritmo, Google puede decidir que las ofertas de la competencia salgan más prominentes que la de Uber, o directamente eliminar la opción de Uber en el futuro. Si Google es para entonces capaz de hacer que la gente utilice masivamente Google Maps o Google Now para solicitar transporte, Uber tendrá difícil diferenciarse.
Pero ese es solo un flanco. Con Waze, Google puede atacar otra parte importante de Uber: sus servicios de compartir vehículo. Una de las fuentes de información, marca e ingresos, más importantes para Uber. Si Google puede establecerse con Waze como un jugador clave, hará mucho más difícil el trabajo a Uber y sus conductores.
Uber ha tenido que contraatacar ante la necesidad de despegarse de Google en el futuro. Para sobrevivir, Uber necesita no depender de Google, y ahora mismo Google puede saber en cada momento información muy valiosa sobre los trayectos de Uber. Algo que la compañía de Travis Kalanick considera inaceptable. Tanto que invertirá500 millones en tecnología de mapas propia.
Fuente: Hipertextual